Historia y ciencia en el vino de la Ribeira Sacra (Lugo)
Viticultura heroica
Puntos de Interés Observer®
Temáticas científicas
¿Por qué es interesante este Punto de Interés?
Desde la época romana la zona de Ribeira Sacra cultiva y produce vino en unas laderas inverosímiles, de pendientes escarpadas, altitudes vertiginosas y de imposible mecanización. El término que define este tipo de producción de vino, en estas condiciones, es viticultura heroica. La Ribeira Sacra es uno de sus mayores exponentes en el mundo, que supone menos del 5% de la viticultura mundial con otros ejemplos en Europa, como Francia, Italia o Suiza.
Uno de los mayores reconocimientos de la viticultura heroica es la certificación del CERVIM (Organismo Internacional para valorar y salvaguardar la viticultura heroica o viticultura de montaña), sello de gran prestigio internacional que se otorga por las dificultades de cultivo. A Ribeira Sacra se le concedió en el año 2011. Ya que el vino es hoy un sector pujante y dinámico, y uno de los principales motores económicos de la zona e impulsor definitivo de la Ribeira Sacra como destino turístico.
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Para saber más
El
vino producido en esta zona pertenece a la Denominación (DO) de Origen
Ribeira Sacra. Esta Denominación se distribuye en 5 subzonas: Amandi,
Chantada, Quiroga-Bibei, Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil. El 93% del cultivo
se dedica al vino Mencía, una casta de uva tinta cultivada desde la
época romana, que guardia un parentesco con la variedad Pinot Noir. También existen
otras variedades tintas como el Tempranillo o el Brancellao, y algunas
variedades blancas, principalmente el Godello, aunque también Albariño o
Treixadura.
La
complicada orografía, con laderas escarpadas de difícil acceso, altitudes de
500 m de promedio e inclinaciones mayores al 30%, unidas al pequeño tamaño de
los viñedos, al tipo de cepas cultivadas y a la obligatoriedad del trabajo
manual, son las condiciones que definen a labor de viticultura heroica.
La
química del vino
A
elaboración del vino, tanto tinto como blanco, comienza con la vendimia de la
uva, sobre la que los bodegueros realizan un exhaustivo control de calidad,
tanto en el momento de la recogida, como en la posterior selección en la
bodega. Después de la vendimia, se producen dos procesos básicos para su
elaboración: el despalillado (separar la uva del racimo, evitando
sabores amargos o herbáceos), y posterior aplastado de la uva (romper la
piel de la uva para que suelte parte del mosto). Una vez hecho esto, comienza la
maceración. Para que el mosto se convierta en vino es importante su procesamiento,
y para esto la química tiene mucho que explicar. El primer científico en la
historia en explicar este tipo de procesos fue el francés Louis Pasteur.
El
proceso químico que tiene lugar a continuación es la fermentación, que
puede ser alcohólica o maloláctica. En la primera, el proceso consiste
en la transformación de los azúcares presentes en las uvas, en alcohol, esto
acontece gracias a las levaduras diseminadas en el medio ambiente, como la Saccharomyces
cerevisiae, capaz de transformar los azúcares del mosto en alcohol.
Durante
la fermentación se desprenden diferentes substancias, como glicerol, ácido
succínico, ácido acético, alcoholes superiores y muchas más substancias que
influirán en la calidad final del vino. A medida que avanza la fermentación, el
contenido de azúcar en el vino disminuye y aumenta la presencia de alcohol, dando
un vino más seco.
Unos
días después, y espontáneamente, comienza la fermentación maloláctica, o
fermentación secundaria. Mediante la acción de algunas bacterias, el ácido
málico, que se encuentra originalmente en las uvas, se transforma en ácido
láctico. Este ácido, menos agresivo que el málico, hará que el vino sea
"más suave". Este tipo de fermentación es muy importante para
los vinos tintos, mas no se recomienda para los blancos porque, según los
expertos, pierden aroma y frescura.
El
equilibrio entre todos procesos y compuestos representa la huella de cada vino,
haciendo que cada uno sea único e irrepetible.