Aldea de Froxán (Lugo)

Este conjunto de arquitectura rural es, histórica y artísticamente, uno de los valores más importantes de la cordillera Courel. Los geógrafos se refieren a los pueblos de esta cordillera como "aldeas cerradas": todos los edificios son dispuestos a lo largo de un camino, pegados entre sí como si fueran una sola casa y las calles son muy estrechas. Toda esta agrupación parece haberse originado en los asentamientos mineros galaico-romanos de la zona.

Las casas de estos pueblos, a menudo construidas en pendientes pronunciadas, constan de dos pisos: uno más bajo para vivienda del ganado y un piso superior en el que se ubica la vivienda familiar. El acceso al piso superior es a través de escaleras de piedra ubicadas en la pared del piso inferior. Los materiales de construcción provenían de granjas cercanas, incluidas los vans, vigas y pisos de madera de castaño, o roble. Además, en el piso superior era costumbre construir balcones cubiertos de madera o grandes losas de pizarra: los pasillos o galerías. Las aldeas solían estar en las laderas orientadas al sur, al abrigo de los vientos del norte y oeste. Aunque muchos pueblos están construidos en pendientes pronunciadas, otros han aprovechado zonas en las que por razones naturales las pendientes se han desplazado, lo que da como resultado, espacios con pendientes más bajas: Froxán es un ejemplo de este tipo de pueblos.

Durante la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI ha sido completamente renovado. La estructura típica de los edificios de los pueblos de Courel permanece intacta: grandes galerías, balcones con rejas de madera o techos con más de medio metro de vuelo. Las estrechas y sinuosas calles empedradas que atraviesan el pueblo, llevan hasta las antiguas airas donde  antiguamente se trataba el trigo para hacer el pan. Además de las casas y airas, son parte de este conjunto etnográfico, declarado de Interés Cultural en 2006, la capilla de Santo Estevo, numerosos hornos, la Fonte do Milagro y alguna alvariza y sequeiro.