Por Maite Vence. Artículo publicado en la sección de viajes Observer de la Revista QUO: quo.es

La capital de Galicia fue pionera en España, en 1847, en el uso de la anestesia general para la cirugía, un hito, sin embargo, poco conocido fuera del ámbito académico.

Las huellas que este hecho pionero han dejado en la ciudad, son notables y visitables: proponemos una nueva ruta en esta sección de viajes de ciencia, esta vez por la Compostela ligada a la anestesia general, un momento que abrió la puerta a la medicina moderna.

Muchas personas visitan Santiago de Compostela cada año, pero muy pocas llegan a conocer que la ciudad fue pionera en España en el uso de la anestesia general. La colección dedicada a la Historia de la Anestesiología, que se encuentra en la tercera planta de la Facultad de Medicina compostelana, además de otros conocidos y sorprendentes lugares históricos de la ciudad, dan cuenta de ese significativo pasado.

En febrero de 1847, tan solo cuatro meses después del descubrimiento en EE.UU. de la anestesia general, tuvieron lugar en Santiago de Compostela las primeras cirugías con anestesia de España. Un hito poco conocido fuera de ámbitos médicos, en el cual el Camino de Santiago llegó a jugar un papel fundamental, al convertir a la ciudad durante siglos en un lugar de confluencia de saberes y de personas de muchas nacionalidades y que resultó determinante en la creación y transmisión de nuevo conocimiento.

LAS “FIESTAS DEL ÉTER” Y EL HALLAZGO DE LAS PRIMERAS SUSTANCIAS ANESTÉSICAS

El éter sulfúrico y el cloroformo fueron las primeras sustancias químicas que al final consiguieron dormir por completo al paciente; con ellas se dio paso a la medicina moderna. Aunque ya existían mucho tiempo atrás, su hallazgo como sustancias anestésicas se produjo de manera casual gracias a las llamadas “fiestas del éter“, muy populares en determinados círculos de la época. En ellas se inhalaban determinadas sustancias, como éter y óxido nitroso (gas hilarante) sólo por la diversión que provocaban sus efectos, entre los que estaba el de no sentir dolor. Fue a raíz de asistir a una de ellas, en 1842,  cuando un médico y farmacéutico americano llamado Crawford Williamson Long, pensó en su potencial aplicación a la cirugía. Puso en práctica su hallazgo rápidamente y llevó a cabo varias operaciones con éxito administrando éter, aunque la historia no lo reconoce como el primero al no hacer público su descubrimiento hasta 1849.

LA CÚPULA DEL ÉTER, EN MASSACHUSETTS, ES HOY UN POPULAR DESTINO TURÍSTICO

Según está documentado, fue el 16 de octubre de 1846 cuando el doctor John Collins Warren consigue extraer, empleando éter, un tumor del cuello a un enfermo hoy célebre, Edward Gilbert Abbott.  Fue en el anfiteatro quirúrgico del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos) y ante tres testigos; el lugar pasó a ser conocido como Ether Dome (Cúpula del Éter). Y se puede visitar. La pintura que escenifica la operación (imagen superior de este reportaje) ya forma parte de la Historia de la Medicina. Poco tiempo después de dicha intervención, el uso del éter se extendió rápidamente por Estados Unidos y Europa.

LAS PRIMERAS CIRUGÍAS CON ANESTESIA DE ESPAÑA UTILIZANDO ÉTER

La primera visita en esta ruta por la Compostela científica nos lleva al antiguo Hospital Real hoy reconvertido en hotel, conocido como Hostal de los Reyes Católicos, y situado en la histórica Plaza del Obradoiro. El edificio, de estilo plateresco, fue erigido por orden de los Reyes Católicos para atender a los peregrinos que, ya en aquella época, recorrían el Camino de Santiago.

Fue este emblemático lugar donde tuvieron lugar las primeras cirugías con anestesia de España utilizando éter,  en febrero de 1847. Se sabe que las realizó el cirujano y catedrático de la Facultad de Medicina compostelana, el profesor José González Olivares, natural de Oviedo, pionero en la utilización del éter en España y en el desarrollo de importantes técnicas quirúrgicas.

Andrés Laorden y Vicente Guarnerio efectuaron también en el Hospital Real la que sería la primera intervención en nuestro país con anestesia clorofórmica, en diciembre de 1848, en la especialización de urología: una amputación parcial de pene.

Los tres cirujanos, llegados a Santiago procedentes de Oviedo, Toledo y Albacete respectivamente, estuvieron gran parte de su vida vinculados a la Universidad de Santiago de Compostela como profesores de la entonces Escuela Compostelana de Medicina. Ésta,  situada a escasos metros del propio Hospital Real, es hoy la actual Facultad de Medicina y también la siguiente parada en esta ruta por la incipiente historia de la anestesia española.

En la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela se encuentra la anteriormente citada Colección de anestesiología  y que pone en valor el hecho histórico de ser la Escuela Compostelana de Medicina pionera en la administración de anestésicos en España. Se trata de una pequeña muestra monográfica que enseña el antiguo instrumental médico anestésico, quirúrgico y de reanimación.

CÓMO CONSEGUIR ÉTER Y CLOROFORMO EN LA COMPOSTELA DECIMONÓNICA

Ambas sustancias, éter y cloroformo, no eran fáciles de conseguir en la Compostela decimonónica, y hubo que buscar quien las sintetizara de forma habitual y evitar así volver a los duros métodos anteriores.

El encargado de esta elaboración fue el catedrático de Química y futuro Rector de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio Casares Rodríguez, natural de Monforte de Lemos, y  una de las figuras de la Ciencia gallega más interesantes y prolíficas.

Casares Rodríguez fue también el fundador en 1843 de una histórica farmacia, situada en la céntrica plaza del Toural compostelana, que todavía hoy sigue abierta, y que representa otro de los históricos lugares de esta ruta de la anestesia. La inscripción de azulejos cerámicos situada en su fachada y que reza: «Fundada por el Doctor Casares en el Año 1843» nos permite identificarla.

Dentro de ella encontramos el mobiliario original de madera, así como los botes que su fundador usaba para guardar los medicamentos. Un verdadero lujo para los amantes de las boticas históricas.

Al profesor Antonio Casares, se le reconoce, entre otros, el mérito de hacer preparados “puros” tanto de éter como de cloroformo, y que evitaron muchos de los efectos adversos, incluidas muertes, que se estaban observando en otros hospitales del resto del país y de Europa; era habitual en aquel inicio de la anestesia que muchas de las elaboraciones usadas estuviesen adulteradas para lograr mayores e ilícitos beneficios comerciales.

Casares, dejó escrita una publicación médica, del año 1848, en la que explica, no sólo el proceso de preparación del cloroformo, sino también las observaciones hechas al probarlo en sí mismo, con el objetivo de conocer mejor sus efectos. Asimismo, desarrolló un protocolo para que los cirujanos compostelanos aprendieran a reconocer los preparados adulterados.

CREADOR DE LAS PRIMERAS COLECCIONES DE HISTORIA NATURAL

Fue también el primer profesor que asume la docencia de la cátedra de Historia Natural, de la Universidad de Santiago de Compostela, aportando las colecciones necesarias para comenzar la actividad en el gabinete de Historia Natural que él mismo creó en el curso 1840/1841; la parte que hoy se conserva de estas colecciones se encuentra en el Museo de Historia Natural Luis Iglesias de la Universidad de Santiago.

La visita a este museo supone una parada obligada, pues constituye el conjunto de patrimonio histórico-científico más importante de Galicia, albergando los trabajos de investigación de los más importantes naturalistas y científicos gallegos desde el siglo XIX hasta la actualidad.

La centenaria Universidad de Santiago y sus edificios históricos, como la sede de la propia universidad, mandada construir en 1544 por el arzobispo Alonso de Fonseca, siguen mostrando hoy en día parte de la esencia de aquel pasado ilustrado. Por eso,  la mejor manera de terminar esta ruta por las huellas que la ciencia ha ido dejando en las calles de Santiago, fundamentalmente debido a la influencia de su Universidad, es apuntándose a las visitas guiadas que se organizan desde la propia institución para dar a conocer su patrimonio histórico y científico, de los más antiguos del mundo. Aunque debido a la actual situación provocada por el virus de la COVID 19 están suspendidas temporalmente.

A finales del siglo XIX y después de muchos efectos adversos producidos por el cloroformo en todo el mundo, se volvió al éter, siendo el anestésico estándar usado hasta 1960, a pesar de los efectos irritables que producía y de su alta inflamabilidad. Aun así, el éter fue desplazado, casi definitivamente, en la segunda mitad del siglo XX por nuevos y diferentes anestésicos, mucho más potentes, hasta llegar a las sustancias usadas en la actualidad. A pesar de todos los avances y estudios científicos, todavía no se conocen con exactitud los mecanismos de acción de la anestesia, habiendo ciertas teorías que, recientemente, fueron puestas en entredicho.

Artículo publicado en la sección de viajes Observer de la Revista QUO: quo.es